miércoles, 30 de julio de 2008

el amor es una consecuencia de los actos no reclamados..




Aquella noche las estrellas se asomaban sin pena bajo el manto nocturno, la luna iluminaba su camino y se veía hermosa, era ella, nadie más podía reflejar tanta seguridad, tanta belleza, tanto coraje y tanta hermosura… Las luces iluminaban un letrero enorme que declaraba la permanencia del cabaret, los hombres iban y venían cual hormigas trabajando, las mujeres, pocas, entraban y pocas salían acompañadas, la calle solitaria y la vida igual que siempre, – asesinatos aquí, asesinatos allá – todo igual, fue la primera vez que yo entré en el Calígula, lugar de hombres de decisión, hombres de amor….

El primer paso fue el más difícil, la resistencia de la soledad y la fidelidad forman un camino demasiado espinoso, la vida transcurre rápidamente justo a través de nuestras venas, los latidos se sienten en la mente y el sudor recorre con sus gotas la columna vertebral, la vida forma un espejismo frente a nuestros ojos y la puta se balancea a través de un tubo justo frente a nuestros ojos invitándonos a un placer inesperado, un placer prohibido, un placer que no entiende la sociedad, un lugar peligroso, una aventura riesgosa y una experiencia religiosa.

Fue en ese momento cuando mis ojos fijaron la mirada en su contorno, su desnudez llamaba mis pupilas, la perfección de su silueta iluminaba mi vida, aquella noche la había olvidado, los dolores enterrados y la nueva vida nacía frente a mis ojos, era una puta la que me devolvía la razón, era una puta la que eyaculaba mi razón. Siempre me habían dicho que la vida daba muchas vueltas, más nunca lo había entendido, una noche antes aquella mujer había salido de mi vida, más rápido de la forma que entró, más fácil que una cerrazón, las razones sobraron el corazón se ausentó y la razón desapareció, fue simplemente un discusión final, una discusión sin sentido en donde el respeto se había olvidado y las vidas marcaban un parte aguas diferencial en los caminos

Fue el momento aquel en que le di mi corazón, aquella puta se había llevado mi razón, su contorno perfecto y su sexualidad incitaban mi deseo, la veía, no me cansaba, jamás le hablé, jamás la toqué, solo supe que ella estaba dispuesta, solo supe que haría lo que fuera. En la vida hay dos razones fundamentales, existen aquellos que siguen tendencias y aquellos que las marcan, yo no había seguido ninguna, pero tampoco nadie la había marcado, era un iluso enamorado de una puta, era un iluso enamorado de un cuerpo perfecto, era lo que imaginaba, era lo que yo deseaba, acercarme, cada paso era un reto, cada paso era un descubrimiento, la vida me jugaba rudo y las ilusiones desaparecían, era una simple puta, una puta que me ofrecía sus carnes, una puta que decía quererme, una puta que figuraba amarme.

Cuando la conocí me trató de enamorar, me trató de impresionar, me explicó mil conceptos de sexo y de amor, la experiencia y el ardor, la vida y el sufrimiento, las putas y sus problemas, pero solamente podía ver en ella una mujer devastada por el sufrimiento, esperando un amor, que tal vez… jamás llegará. Las putas, son sólo eso, mujeres solitarias, desesperadas, que entregan cada vez un amor, que fingen cada ocasión, simplemente compasión. Cuando le pregunté porque era puta, solo me respondió que no la juzgara, sólo era una puta de corazón…

e. b....... gracias... va por ti....

un beso carmen.... sabes que no hay problema

martes, 22 de julio de 2008

de juguetes., a... jugadores.


El amor puede ser muchas cosas, muy distintas del cliché que lo suele mostrar como un éxtasis prolongadísimo o una perdurable bonanza espiritual. Los cuentos de Amores que matan, el libro de Rosa Beltrán que ha merecido ya varias reediciones, nos muestran una serie de representaciones del amor, todas ellas entre cómicas y dolorosas. ¿Es necesario, parecen preguntarse los personajes de estos cuentos, sostener esta fantasía, este apego siempre un poco enfermizo, un juego en el que siempre alguien pierde y en el que el goce y el dolor juegan al subibaja?

“Tengo unA amante de veinticuatro años mayor que yo que me ha enseñado dos cosas. Una, que no puede haber pasión verdadera si no se traspasa algún límite, y dos, que una mujer mayor sólo puede dar dinero o lástima.”

Huni, el chino del “Manual de autoayuda para chinos”, no habla, aunque es un romántico. Su amante habla todo el tiempo, pero sus palabras son como esas cajitas chinas: cada cosa que dice disfraza otra.

“A nadie se le puede reprochar que odie y ame a la vez…” dice la esposa en “Tiempo de morir”, un cuento sobre los rituales del amor conyugal, rituales cada vez más vacíos que, paradójicamente, lo llenan todo hasta la asfixia. Consecuencia de éste podría ser el relato “Vacaciones”: aquí la familia se dibuja con las hostilidades y las culpas derivadas de convivencias viciadas, el borde en que los verdaderos sentimientos se manifiestan, a un paso de realidades que, de suceder, serían atroces.

“El hombre de esta mujer usa trajes Sidi” trata de los objetos del deseo, el paraíso que vive en las imágenes de los anuncios y la televisión. “Ambos seguían siendo una pareja de adultos elegantemente vestidos a crédito –dice en alguna parte– y, no obstante, a partir de sus encuentros furtivos con el amor poseían una energía extraña, una sonrisa impertinente que hacía suponer que hacían cómplices a los demás de un plan secreto.” Este cuento es el que aborda más claramente el amor como representación: al igual que los religiosos, amamos las imágenes del amor y, desde luego, al amor como marca comercial. En los cuentos de Rosa Beltrán hay una insistencia en este vacío, como en “Diletantes”, que trata de la fantasía de un viaje que hará una pareja, la posibilidad de una nueva vida representada por una beca en una universidad de Los Ángeles, su sol un poco postizo, la comida naturista, los cursos de meditación.

¿Cuánto pagaría una a cambio de unos instantes de sentirse amada? ¿Hasta dónde puede perderse el control, dar de sí, a sabiendas de que el otro escapará con algo de una misma? Esto parece preguntar “Primer amor”, donde una vendedora de libros entra en un juego de seducción con un joven estudiante. “Entreacto” aborda los rituales de la espera y las pequeñas certidumbres de un amor que ya es “un poco triste” pues ya se ha vuelto costumbre. También la espera puede ser un momento que atrapa y asfixia.

En todas las las representaciones del amor existe, a fin de cuentas, un elemento grotesco: “Al grito de ‘yo no soy criada de nadie', Juanita abandonó el lecho conyugal.

Volvió pronto, porque se había olvidado de tender la cama.”

Aunque el otro no nos quiera, aunque nos utilice, siempre habrá algo para lo que nos necesitará, un pretexto para el apego. Mejor ese vacío que dar el salto al otro gran vacío de la soledad. O como dice Amanda, la chica que vende pastillas para el aliento en el cuento del mismo nombre, cuando le dice a su familia que quiere ser aeromoza: “Pues sí, voy a ser gata, pero gata de Angora.”

jueves, 17 de julio de 2008

de un gran c.d. a un antro pesimo......


Primero reconocer el lugar, buscar en la semioscuridad y con los oídos llenos de música estridente un pedacito de concreto mínimo para entrar al hábitat de la tribu. Espacio de socialización identitario. No importa el estilo o la ocasión. En los antros la música suena por igual de primavera al invierno, de día de los enamorados a víspera de Año Nuevo.

Las miradas y las modas se reconocen, los pies y dedos empiezan a tamborilear con los primeros acordes de una música electrónica o la voz de algún baladista anglosajón de moda.

La pista ahí para ser violada, pisoteada, al tiempo que las luces la hieren como exhibiendo una bacanal ultramoderna.

Las edades no importan, menos para las solteronas y los dandy s que van envueltos en sus trajes brillosos y las lociones recién compradas de oferta a dieciocho meses sin intereses en el Palacio de Hierro o Liverpool. O las chavitas y los nenes bien, las primeras con sus blusitas aprieta senos para lucir mejor y los segundos con las camisas desabotonadas y arremangadas para demostrar que el gimnasio y los anabólicos sí funcionan.

Luego el concierto de sonidos pa todos los gustos, depende a dónde se vaya y la oferta de catálogo del DJ.

Democracia musical en cada antro, igual para todos, entre más comercial mejor… y que lleguen las horas de tecno, duranguense, regaetton, pop, salsa, lo mismo da para quienes se emborrachan entre las luces neón y el humo de un sin fin de cigarrillos. Hay que demostrar que se sabe bailar de todo para estar in, ser el centro de atención y que los demás aplaudan.
Si la música enlaza naciones, los antros y su oferta se conciben igual en México que en Brasil, Nueva York o Hong Kong, ya no tenemos que ir hasta el fin del mundo para encontrar la música y el baile universales.

Risas fáciles sin ánimo de compromiso o para comprometer sólo el acostón, la amistad ficticia, el interés fabricado. Se baila a cualquier ritmo y las manos se tocan, se aprietan los senos, las nalgas. Miradas van, miradas vienen y todo como en una comedia mal actuada para ánimo de los presentes. Cosificación al más puro estilo de Sartre disfrazada de gozo y buena vibra.

La tribu empieza entonces su festín, la ronda del dj anima con micrófono a la audiencia desde la cabina de control, mando a distancia para recetarles las canciones del Top Teen internacional como una andanada y los álbumes temáticos de los cantantes plásticos. Lo nacional no se queda atrás, pues hay desde los Belanova, hasta RBD, la voz rancia de Paulina Rubio o el sinsentido de Lupìllo Rivera y tantos más solistas y grupos que nutren la entrada de las discos de moda de la Zona Rosa o cualquier otra de las metrópolis.

Canibalismo a ultranza, cuerpos viejos jugando a ser jóvenes o jóvenes emulando una preparación dancística inexistente.

Bebidas y canciones, letras que suenan con el mismo estribillo o, mejor aún, ninguno; únicamente sonidos guturales pasados por sintetizador en un estudio de Los Ángeles. Si a los más gusta lo artificial y el esfuerzo mínimo del cantante, eso se compra bien en los lugares de moda. Se venden estereotipos, poses, letras sin un gramo de reflexión y ritmos que duran lo que la noche al día y, si se tiene suerte, unos cuantos meses con la consabida payola a los programadores y gerentes de las radiodifusoras.

Principio y fin de todos los apocalipsis, la música antrera congrega a hordas de yuppies, trasnochados, gays, lesbianas, ninfómanas, mitómanos, suicidas, cocainómanos, chulos y rubias de bolsillo que estrenan zapatitos. Camino cerveza en mano cuando ya suenan las “pegaditas para los enamorados” y no sé por qué esa pelirroja de la barra me parece bellísima en este palacio del desencanto.

domingo, 13 de julio de 2008

costo y beneficio.... y un sillon para la dichosa espera!!!


sería bueno convencerte de las ventajas de tenerme
presentarme un día a tu puerta y con un catalogo a color
venderte la idea de un amor compartido, por semanas para dos
en algún lugar paradisiaco, como puede ser mi habitación
por la noche siendo sombras nos inventariamos el uno al otro
y de mañana me vestiría de luz para abrazarte mientras duermes
me encontrarías como fruta al desayuno
y al resbalar por tu boca el sabor te resultaría familiar,
voltearías a la cama, sintiendo que estoy ahí pero sería tarde
yo ya habría volado al closet, para esperar a que vistieras
de cal y canto sobre tu cuerpo con mi blanca sombra terciopelo
sería la envidia del las aguas y los soles,
del viento ocuparía el lugar en tus pulmones,
para que no me olvides
para que no me olvides
sobre tu pecho anidaría cual voz con alas
para volar rompiendo silencios que no existen.

viernes, 11 de julio de 2008

canonicemos a las putas !!! arrieja!



Santoral del sábado: Bety, Lola, Margot, vírgenes perpetuas, reconstruidas, mártires provisorias llenas de gracia, manantiales de generosidad.

Das el placer, oh puta redentora del mundo, y nada pides a cambio sino unas monedas miserables. No exiges ser amada, respetada, atendida, ni imitas a las esposas con los lloriqueos, las reconvenciones y los celos. No obligas a nadie a la despedida ni a la reconciliación; no chupas la sangre ni el tiempo; eres limpia de culpa; recibes en tu seno a los pecadores, escuchas las palabras y los sueños, sonríes y besas. Eres paciente, experta, atribulada, sabia, sin rencor.

No engañas a nadie, eres honesta, íntegra, perfecta; anticipas tu precio, te enseñas; no discriminas a los viejos, a los criminales, a los tontos, a los de otro color; soportas las agresiones del orgullo, as asechanzas de los enfermos; alivias a los impotentes, estimulas a los tímidos, complaces a los hartos, encuentras la fórmula de los desencantados. Eres la confidente del borracho, el refugio del perseguido, el lecho del que no tiene reposo.

Has educado tu boca y tus manos, tus músculos y tu piel, tus vísceras y tu alma. Sabes vestir y desvestirte, acostarte, moverte. Eres precisa en el ritmo, exacta en el gemido, dócil a las maneras del amor.

Eres la libertad y el equilibrio; no sujetas ni detienes a nadie; no sometes a los recuerdos ni a la espera. Eres pura presencia, fluidez, perpetuidad.

En el lugar en que oficias a la verdad y a la belleza de la vida, ya sea el burdel elegante, la casa discreta o el camastro de la pobreza, eres lo mismo que una lámpara y un vaso de agua y un pan.

Oh puta amiga, amante, amada, recodo de este día de siempre, te reconozco, te canonizo a un lado de los hipócritas y los perversos, te doy todo mi dinero, te corono con hojas de yerba y me dispongo a aprender de tí todo el tiempo.



Jaime Sabines