jueves, 20 de noviembre de 2008

el vogue.......


Por razones familiares que sería tedioso explicar, yo crecí en una casa donde cada mes se compraba el Vogue en la edición estadunidense. Cada mes el pariente aficionado a esta lectura dejaba encima de la mesa del comedor el grueso ejemplar impreso en papel couché, repleto de fotografías de guapas demasiado flacas y anuncios de cosméticos milagrosos. Yo me lo bebía de un sorbo, generalmente en una tarde, pasmada por la ropa, las modelos y los precios de los zapatos.

Es una adicción de la que jamás me he podido librar. Aun en las temporadas de penuria económica me las he arreglado para comprarlo, aunque después mi pobre marido se queje de las torres altísimas de Vogues que se acumulan junto a la puerta de la sala, esperando el momento de ser reciclados y yo me lamente en silencio por haber gastado en la revista el dinero de la tintorería.

Me proporciona miles de sabidurías inútiles: que si Karl Lagerfeld, el director de Chanel –quien por cierto jamás se quita los lentes oscuros y se viste como un punk senil– se mandó hacer un museo itinerante con un sofá que parece ¡una cartera!; que si el doctor Brandt, el más conocido dermatólogo de los ricos, les pone silicona a las viejitas millonarias en las manos para que no se les hagan como de pollo; que si el diseñador favorito de los republicanos es Óscar de la Renta; que si Miuccia Prada exhibió en su museo de Milán la obra vanguardista e inquietante de la sueca Nathalie Djuberg, o si Stefano Pilati está usando los archivos de Yves Saint Laurent para la colección de otoño. Eso, claro, sólo me llena la cabeza de información que no sirve de nada. ¡Y el lenguaje! Los escritores no tienen recato: las hombreras son relevantes; el zapato está descontextualizado; hay glosas de temporadas anteriores; la ropa se desconstruye o se llena de referencias. Como si hablaran de un poema.

Huelga decir que jamás he comprado nada de lo allí anunciado, pues no me alcanzaría ni para una agujeta. Tampoco me creo ni por un momento las portentosas virtudes de las cosméticos y tratamientos que mes con mes se difunden para que las mujeres sigamos haciendo ricos a los fabricantes mientras buscamos la cura para la celulitis y las patas de gallo. Todo es mentira. Una tarde en París, mi marido y yo tropezamos con una sesión de fotos. La hermosa melena de la modelo flotaba gracias a un ventilador. Una asistente, fuera de cámara por supuesto, tiraba de la falda para que la tela saliera en la foto sin una arruga.

Había allí, además del fotógrafo y los iluminadores, maquillistas, peinadores, el señor del ventilador, la señorita que jalaba la falda, personas que le ponían clips al saco para que se ciñera a la cintura de la muchacha, otros que pulían el charol de la bolsa cada cinco minutos con un paño aceitado. Todo era tan artificioso como un espectáculo de magia, e igualmente hipnótico. Pero imagínese el lector la desilusión de quien compre la falda o el saco, esperando verse como la modelo. Se mirarán al espejo y la falda tendrá arrugas, el saco no revelará una cintura brevísima y el charol no será tan brilloso. Y habrá pagado por su ropa miles y miles de dólares.

Durante un tiempo inventé excusas que darles a mis amigos por mi afición: les decía, la muy hipócrita, que lo compraba por los artículos, igualita a los señores que compran el Playboy y se evaden con el mismo pretexto. Hay buenos colaboradores: Jeffrey Steingarten, el encargado de escribir sobre comida, es un genio. Va por el mundo comiendo lo que le pongan enfrente y, sólo en México, ante un taco de jumiles que se salieron de la tortilla y se le metieron en la axila por el puño de la camisa, fue derrotado. Antes comió sesos en Francia, perro en China, cucaracha en Tailandia y chango en Veracruz. Hace helado, chicharrón y morcilla en la cocina de su casa. Pero no compro el Vogue por él. La verdad es que lo compro porque es como leer un reporte de un mundo lejano a éste, donde lo que importa es el largo de la manga, el color de los botones o el corte de la falda.

Un mundo alelado y pueril, en el que los habitantes se consuelan de sus desgracias comprándose un abrigo de Marc Jacobs, o se les revela su identidad gracias a unas botas, unas mallas de colores o un vestido de novia. Fantasioso, frívolo, banal, ilustrado con bellas y astutas fotos, el Vogue no tiene nada que ver con mi realidad y, si me apuran, con la de nadie. Por eso lo compro.


gracias a veronica murguia por el visionario escrito que dedico con gran afecto a alejandra merelo....

lunes, 29 de septiembre de 2008

mientras dure....



no me importa mostrarme debil mientras te escribo,
si aun no soy fuerte ni nunca lo eh sido.
no se amar como a quien juega.
yo amo con los codos, con el sueño, con la voz, no tengo objecion en no ser correspondido.
no me importa cuanto vivan mis amores,
yo amo mientras dura, mientras puedo, mientras se vacia el vaso y emprendo mi camino.
yo no entiendo como aman los humanos,por eso estoy aqui contigo, por tu duda, por todo lo que no sabes ni averiguas, por todo lo que das sin saber siquiera que tuviste, amo tus alas, tus vuelos, tus caderas donde termina mi noche, mi nostalgia. no me importa que no entiendas que te amo, que dudes y llores y preguntes y reclames.
yo te amo mientras dure....

igual y sobra decirlo pero te extraño....

por supuesto, para ti.

lunes, 8 de septiembre de 2008

fumar sin culpa


Recientemente entró en vigor la ley antitabaco que supone meterá en cintura a los fumadores y protegerá así a los fumadores pasivos. Los viciosos de mal aliento y yemas amarillentas obtendrán al fin su merecido. Los reformulados y hoy nombrados adictos a la nicotina sólo podrán fumar en sus casas o en la calle. Las medidas que se impondrán más pronto de lo que se cree, se fundamentan en el principio de la salud pública, término ambiguo y solapado que permite justificar el ascenso de valores morales más que de salud.

Antes que nada habría que recordar que para la mayoría de los fumadores fumar es un placer. Y sabemos que el matrimonio bien público-placer es un infierno. Pero, ¿cómo entienden esto las autoridades?... De manera infantil, como el hecho de tratar a los ciudadanos como menores de edad. La nueva Ley Antitabaco es totalitaria, desconoce los matices y las razones del placer. Una cosa es prohibir el fumar en hospitales, escuelas y aviones y otra, penalizar a quienes vayan a fumar en bares y antros. La primera medida es justa y razonable, la segunda es hipócrita, ñoña e irrespetuosa.

Hay un problema de salud, pero mental. Recuérdese al gobernador de Alabama, quien suprimió el último cigarrillo al condenado a muerte “por motivos de salud”. La paradoja es extrema, pero en su esqueleto sobrevive la moralina de estas sanciones.

Otra ilustre paradoja: Hollywood, que enseñó a fumar (cigarrillos) a todo un siglo, hoy es el primer escenario correctivo de los adictos al cigarro. No olvidemos que en el siglo XIX los hombres fumaban puro, y algunos afeminados y ciertas mujeres, cigarrillos. En el siglo XX el cine cambió por completo estos roles. Hombres y mujeres, machines, maricas, lesbianas, quimeras, todos fume que fume; no había parlamento importante que no estuviera tatuado por el humo. El pobre Humphrey Bogart, en una incesante imagen que legitimó al machín fumando cigarros, acabó en la tumba víctima de un cáncer. Pero no nada más él: Uma Thurman, Audrey Hepburn, Burt Lancaster, Montgomery Clift, Vivien Leigh, Bette Davis, Mae West, Gary Cooper, Marlene Dietrich, Cary Grant… ¡Rita Hayworth! En esta lista están los nombres que le dieron rostro a una parte de la cultura del siglo XX, todos fuman y su imagen es indisociable del tabaco, el humo, las boquillas y, sobre todo, cómo se toma y se mueve el cigarrillo. Pobres Estados Unidos: tan lejos de dios y tan cerca de sí mismos. Esta política antitabaco total que se quiere implementar en México es una tendencia global nacida en el neomojigatismo norteamericano, continuada por los aburridos canadienses, magnificada por los veletas europeos y seguida por quien se deje en el tercer mundo.

Esta no es una apología del tabaco, ni una invitación a la anarquía. Es bueno y hasta una obligación informar que el tabaco es dañino, que causa cáncer e inclusive impotencia. Sin embargo, penalizar a los fumadores y a quienes los acogen, perseguirlos en bares, antros y congales es un verdadero atentado a la civilidad y a la convivencia modernas. Es pasar de la asistencia social a la ramplona ignorancia con los decretos en la mano.

lunes, 25 de agosto de 2008

EgOismo literario... (compratelo*compartelo)



Uno se enamora y quiere renunciar a todo; simultáneamente, pretende juntar cada detalle de la vida y reivindicarlo con el otro: gustos, opiniones, filias, fobias, pasta de dientes, paisajes, tortas y quesadillas, el súper al cual se asiste, la mermelada favorita, las lenguas aprendidas, los autores, las cuentas bancarias, la música escuchada (¿clásica o rock?, ¿trío o mariachi?, ¿Bach o Beethoven? ¿Lennon o MacCartney?), las películas y los directores (si los hubiere), algunos rincones de la ciudad, los mejores amigos, los acérrimos enemigos, la íntima historia hermoseada que se agrega al detestado pretérito individual junto con las renuncias y, lo peor de todo, ya hacia el final del inventario, la biblioteca de Uno (iba a agregar Una pero, la verdad, si esto fuera escrito por una mujer, no me afrentaría que ella excluyera a Uno).


El reciente ayuntamiento amoroso y sexual propicia una euforia que es creación del Mundo – acabadito de hacer–, incluidos los confesionalismos de toda intimidad, así como los solidarios calzones, los libros y discos que se han ido juntando en la vida de cada cual con las precariedades y riquezas del caso. Y, con ese evangelismo característico de los fundadores, comienzan otras cosas que luego tendrán que ver con la compartición, la impartición, la repartición y la final partición atomizada de los bienes personales. Pensemos en las bibliotecas.

Como el entusiasmo dicta que lo tuyo es mío y lo mío es tuyo, mandemos hacer un ex libris con nuestros nombres entrelazados para que la posteridad, urbi et orbi, sepa que Magdalena y Magdaleno se amaron hasta el extremo de fusionar sus propios libros (metáfora de otras fusiones corporales y espirituales). Según la ambición y acometimiento de la biblioteca ayuntada, será el amoroso trabajo de poner sellitos o de pegar etiquetas en cada libro. Tal vez, al cabo de veinte años, recuperado lo de cada quien y en el proceso de (re)leer libros alguna vez compartidos, Uno tenga que tachar el ahora Funesto Nombre del ex libris, o arrancar los alguna vez admirables engomados, aunque Uno se percatará de que con los sellitos y los engomados sobre los libros ocurre lo mismo que con ese “vicio” de subrayar: así como “lo escrito, escrito está”, lo marcado en un libro “marcado quedará”.

Porque subrayar puede ser un delirio personal por el que se propone un camino de recordación, claro indicio de lo que se fue alguna vez, cuando Uno no quería dejar que se escaparan ideas, conceptos, frases y cosas que por alguna razón se consideraban cruciales. ¿No puede ocurrir que el lector del futuro mire con desdén, sorna o compasión los arrebatos subrayadores del lector de antaño, mucho más bisoño e inexperto? ¿Qué dirá otro lector que comparta ese libro y, al tropezar con los subrayados, descubra la cursilería, si no es que los “hondos sentimientos”, los “pensamientos teóricos” o las “necesidades académicas” de antaño? Es posible que bajo la dictatorial conducción debida a los subrayados, hubiera sido imposible el idilio que ocurre entre Lector y Lectora en esa espléndida novela de Italo Calvino, Si una noche de invierno un viajero…

Ahora bien, Lectora abandona a Lector, o viceversa, y Uno se topa, con el paso de los años, con un libro subrayado por Uno, pero comentado o resubrayado por Una (o viceversa). Eso puede parecer una profanación llegada desde el pasado: sobre el subrayado personal, el subrayado ahora intruso (y, por tanto, impersonal). Y, como ya no hay interlocutor ante el cual presentar ninguna reclamación, Uno se queda con ese diálogo inconcluso que Platón señaló, con toda pertinencia, al ponderar la superioridad del lenguaje hablado sobre el escrito.

Eso ocurre con los subrayados pero, ¿qué pasa cuando, al cabo de los años, Uno encuentra que la Otra no sólo resubrayó los libros predilectos (modificando, incluso, el sentido de sus propios subrayados) sino que se llevó consigo volúmenes bienamados y le dejó, a cambio, ejemplares detestados que no tienen nada que ver con él? Ahí están, para que conste la ignominia.

Para no partir la biblioteca, compartirla supone un verdadero acto de amor en el que no debería caber ninguna duda. ¿Eso será posible en esta época de cambios y arrebatamientos?.

gracias: E.L.A.

jueves, 21 de agosto de 2008

la ecuacion del libre albedrio


La ciencia contemporánea asegura que la actividad mental se deriva directamente de secreciones químicas neuronales. Pero estas secreciones siguen la ley de la causalidad. Ergo, en el fondo somos robots que se desenvuelven de acuerdo con su particular modo de procesar la información. Si las cosas son así, ¿Existe el Libre Albedrío o sólo somos observadores de lo que hace el cyborg al que nos tocó estar conectados?


La causalidad (o el "karma") es la antítesis del Libre Albedrío, o en palabras del Agente Smith: "No estamos aquí porque somos libres, sino porque NO lo somos"

el Merovingio explica que el Libre Albedrío es una ilusión y que la única verdad permanente es la Ley del Karma, lo cual significa que somos autómatas por los cuales se expresa la Causalidad. Según el Merovingio y el Agente Smith lo único que proporciona tranquilidad espiritual es entender nuestro propósito y actuar de acuerdo con éste.

La Vacuidad
¿El yo se encuentra al buscarlo de un modo reduccionista u holístico? ¿Yo soy yo y mis circunstancias o sólo soy mis circunstancias?

La Liberación según el Misticismo Oriental
La liberación de la Ley de la Causalidad se consigue cuando la gota de agua se disuelve en el océano.
Pero este proceso también es causal
... ¿o no?

Las Ecuaciones del Libre Albedrío
La correcta descripción de las secreciones químicas neuronales debe ser cuántica y existe un modo cuántico que permite modelar el Libre Albedrío.

La Conciencia Plena
La Metacognición es la puerta a la verdadera libertad. Nuestra mente tiene el potencial de convertirse en un faro capaz de supervisar y guiar nuestros estados neuronales.

Epílogo: Más Allá de los Opuestos
La libertad está formada por ladrillos de causalidad, así como la causalidad está formada por ladrillos de libertad. Según la filosofía Zen: "Cuando los opuestos se llevan al límite, se convierten en lo mismo".

martes, 12 de agosto de 2008

la dulce algarabia del desastre.....


Tenés
que abofetear a la muerte,
bailar tango mientras cantás la de Perales,
usurpar el vino más caro de la alacena de tu chula novia,
tintamanchar con dos o tres dignas copas
el mantelito que cubre la mesa de roble de la salita del fondo.
Tenés que trabajar en campañas antitabaco,
salir a la salita de espera, ser creativo,
liar con dios o con el diablo, tenés que fumarte la mitad del sueldo.

Tenés que escuchar música fina
para que no digan que sos incauto.
Tenés que saber de yoga, instituciones políticas,
derechos neoliberales, prosas famosas, programas de tv .
Tenés que saber de memoria el menú de Mcdonald's.

Tenés que hacer dietas, ir al gimnasio,
lustrar los zapatos, lavarte la sucia boca diez veces al día.
Tenés que ignorar la injusticia, pagar las cuentas al día,
hacerte sabio en un cursillo de superación dos veces por semana.
Tenés que practicar el i Ching, facturar honorarios, saber de yoga.

Tenés que desvestirte y pretender que te gusta.
Tenés que desvariar y ponerte intelectual en las mesitas redondas.
Tenés que masturbarle la mirada a la tristeza y encender un habano,
tomar un caro Scotch, pedirlo en botella, pagar la cuenta,
para que no digan que sos hueco, cursi o aprovechado.
Tenés que dirigir una revista, pasear al perro, comer mierda de lujo,
abastecerte con las mejores drogas de diseño, asesinar al puto olvido.

Tenés
que hacer la cama, colgar el cuadro, compartir el sueldo.
Tenés que repetir la historia y darle vuelta
para que el acetato de la indiferencia no se repita
y luego recriminen con ahí viene éste con la misma historia .
Tenés que ir a los bares, juntarte con la suegra, impedir que te asalten,
tenés que viajar cuarenta minutos y hacer cola otros veinte.
Tenés que pretender que sos culto, que fumás marihuana,
que sos un escritor cool con gustos serios,
pero que no te gusta nada tan ‘serio', tan ‘serio' cómo los beatniks .
En todo caso,
tenés que hacer llamadas sinceras para que no te olviden.
Juntar la basura, olfatear las minifaldas de tu amiga, escribir poesía.
Tenés que pagar las cuentas, pregonar ante el silencio, saber de yoga.
Conocer de Jung, cantar al Buki o José José, pero bailando la Lambada.
Tenés que asaltar a los dioses de la buena poesía,
impedir que te espanten los años, no sucumbir ante el día a día.
Tenés que escuchar Chopin, Mozart, Wagner o Brahms
para que no digan después, que sos reguetonero.

Tenés que aprisionar los miedos,
derretir la sangre, invertir en lujos; en fin, jugar con fuego.
Tenés que invertir en la bolsa, saber de yoga, ahorrar la renta.
Pagar los peajes que conducen al infierno, envenenar al mundo,
crucificarte solo, enderezar los clavos, tragarte tu propia cicuta.
Tenés que confesar, tomar el ascensor, pagar los gastos de tu entierro,
firmar con tinta china legible, tu triste y blanco epitafio.
Tenés que beber vino, si te ofrecen vino.
Tenés que beber agua, si te ofrecen agua.

Tenés que engañarte, un domingo sin tristeza, diciéndole al espejo:
“Vendrán nuevos rostros, vendrán nuevos días.”

Pablo Bromo (Guatemala, 1979) ha publicado Cometas breves, 199, Automicidio semántico, 1998. Diafragma numérico, 1999 y Rítmico, 2002.



p.d. no es este el relato de azañas impresionantes, es un trozo de dos vidas tomadas en un momento, en que cursaron juntas un determinado trecho,con identidad de aspiraciones y conjuncion de ensueños. fue nuestra vision demasiado estrecha demasiado parcial, demasiado apresurada, fueron nuestras conclusiones demasiado rigidas... tal vez. yo ya no soy yo, por lo menos no soy el mismo yo interior..... par ti.... una vez mas... te extrañe... honestamente te extrañe

miércoles, 6 de agosto de 2008

el destino postergado




No hay obra sin herida. Qué difícil entender esta correspondencia que parece cumplirse con estremecedora puntualidad en el arte. No hay expresión perdurable que no provenga, de una u otra manera, de cierto epicentro de agonía o de dificultad . El proceso creativo, a pesar de los insoslayables avances de la filosofía y de la psicología, sigue siendo, si no un inescudriñable misterio, por lo menos un fenómeno cuya complejidad es reticente a las reducciones de una metodología.

esta resistencia que el artista debe vencer para encontrarse a sí mismo y, sobre todo, para hallar su definición mejor en el terreno expresivo –en vocablos de José Lezama Lima. La creatividad aquí en cierta forma es una fuerza curativa, un retorno al equilibrio entre el Eros y el Tánatos, es decir, un reequilibrio entre las potencias de la vida y las de la muerte, sin el cual posiblemente sólo la destrucción o la autodestrucción aguardarían al artista. La expresión como una forma de expiación, podría decirse.
Quizá por ello las presencias capitales de este libro son contraposiciones: el amor que se convierte en odio, la ilusión que se convierte en decepción, el esplendor que se convierte en decadencia. En fin, la mirada melancólica llena de principio a fin este conjunto de poemas. El deseo postergado es, por tanto, un sereno lamento, una alta elegía.

el tenor de su norte nos decía un par de versos tan llenos de presagios como estos: “Era mucho el dolor/para vivirlo a solas.”

“Todos tenemos/ una partícula de odio/ y cuando el hierro arde en los flancos marcados/ y se siente el olor de la carne quemada/ hay un grito tan hondo, una máscara en fuego/ que incendia las palabras.”

Las pasiones humanas no son detestables defectos del carácter. Por el contrario, son sus rasgos natales. Sin carácter no hay individuo y el individuo es, a fin de cuentas, la acumulación irreversible de sus gestos naturales, de sus inocultables pasiones. Es muy evidente una y otra vez en los poemas de El deseo postergado el papel destinal que han jugado dichas pasiones personales. El poeta no oculta nunca esas pasiones (por el contrario, pareciera querer consumirlas hasta el vaciamiento). Deja arder por lo mismo con soltura esa máscara en fuego que incendia las palabras: “Una palabra puede/ Sin orillas marcar el destino de un hombre/

Envolverlo en su nata para siempre perdido/ Llevarlo a cuestas por sendas innombrables/ Y sacarle a sus huesos el jugo de la vida.”

Las palabras, pues, son pasiones también y por lo tanto son armas de doble filo. Pueden herir lo mismo que curar. Nada más trágico que hallarlas degradadas: “Te decidiste en otro tiempo/ Por decir la verdad/ Dijiste la verdad/ Pero no te curaste/ De escuchar la mentira.”

De ese carácter entonces que no había aprendido a mentir y que por ello no razonaba el poderío del engaño, de esa pureza, digamos, que era demasiado vulnerable a los embustes, surge una decepción creciente que devendrá en armadura para sostenerse ante la hostilidad del mundo: “Nadie te dijo nunca/ No no es posible/ Nadie impidió tu sombra// Por eso en tu amargura/ no comprendes la hostilidad del mundo/ El revés de fortuna que labra tu miseria.”


El deseo postergado, la sombra creciente es el desamor, la traición y su permanente penumbra, su cicatriz: la desconfianza. Una coraza es por tanto imprescindible para ese entorno de engaño, pero también una saudade, esa irreparable nostalgia que se adueña del alma y parece provenir, como en los poetas portugueses, del fondo del tiempo y de la condición humana.

No celebro el dolor en este poderoso libro, sino la desnudez de ese dolor. No creo en el que llora, sino en el que se prende fuego. Creo en el grito, el que lleva dentro un antiguo, insoportable silencio.

No hay obra sin herida, decíamos. Hemos visto cómo se cumple una vez más esta álgebra legítima entre el dolor y la plenitud. No hay obra sin herida, y vale la pena preguntar si la identidad de semejante poiesis es sólo el resultado de una agonía, o se trata también de una lucha recóndita y personal, el arduo hallazgo de una vocación que entraña no temerle al fuego. Un fuego que devora pero transfigura, un fuego que no pocas veces destruye cuando funda.

para ti...... y con esto es clausura y apertura.

miércoles, 30 de julio de 2008

el amor es una consecuencia de los actos no reclamados..




Aquella noche las estrellas se asomaban sin pena bajo el manto nocturno, la luna iluminaba su camino y se veía hermosa, era ella, nadie más podía reflejar tanta seguridad, tanta belleza, tanto coraje y tanta hermosura… Las luces iluminaban un letrero enorme que declaraba la permanencia del cabaret, los hombres iban y venían cual hormigas trabajando, las mujeres, pocas, entraban y pocas salían acompañadas, la calle solitaria y la vida igual que siempre, – asesinatos aquí, asesinatos allá – todo igual, fue la primera vez que yo entré en el Calígula, lugar de hombres de decisión, hombres de amor….

El primer paso fue el más difícil, la resistencia de la soledad y la fidelidad forman un camino demasiado espinoso, la vida transcurre rápidamente justo a través de nuestras venas, los latidos se sienten en la mente y el sudor recorre con sus gotas la columna vertebral, la vida forma un espejismo frente a nuestros ojos y la puta se balancea a través de un tubo justo frente a nuestros ojos invitándonos a un placer inesperado, un placer prohibido, un placer que no entiende la sociedad, un lugar peligroso, una aventura riesgosa y una experiencia religiosa.

Fue en ese momento cuando mis ojos fijaron la mirada en su contorno, su desnudez llamaba mis pupilas, la perfección de su silueta iluminaba mi vida, aquella noche la había olvidado, los dolores enterrados y la nueva vida nacía frente a mis ojos, era una puta la que me devolvía la razón, era una puta la que eyaculaba mi razón. Siempre me habían dicho que la vida daba muchas vueltas, más nunca lo había entendido, una noche antes aquella mujer había salido de mi vida, más rápido de la forma que entró, más fácil que una cerrazón, las razones sobraron el corazón se ausentó y la razón desapareció, fue simplemente un discusión final, una discusión sin sentido en donde el respeto se había olvidado y las vidas marcaban un parte aguas diferencial en los caminos

Fue el momento aquel en que le di mi corazón, aquella puta se había llevado mi razón, su contorno perfecto y su sexualidad incitaban mi deseo, la veía, no me cansaba, jamás le hablé, jamás la toqué, solo supe que ella estaba dispuesta, solo supe que haría lo que fuera. En la vida hay dos razones fundamentales, existen aquellos que siguen tendencias y aquellos que las marcan, yo no había seguido ninguna, pero tampoco nadie la había marcado, era un iluso enamorado de una puta, era un iluso enamorado de un cuerpo perfecto, era lo que imaginaba, era lo que yo deseaba, acercarme, cada paso era un reto, cada paso era un descubrimiento, la vida me jugaba rudo y las ilusiones desaparecían, era una simple puta, una puta que me ofrecía sus carnes, una puta que decía quererme, una puta que figuraba amarme.

Cuando la conocí me trató de enamorar, me trató de impresionar, me explicó mil conceptos de sexo y de amor, la experiencia y el ardor, la vida y el sufrimiento, las putas y sus problemas, pero solamente podía ver en ella una mujer devastada por el sufrimiento, esperando un amor, que tal vez… jamás llegará. Las putas, son sólo eso, mujeres solitarias, desesperadas, que entregan cada vez un amor, que fingen cada ocasión, simplemente compasión. Cuando le pregunté porque era puta, solo me respondió que no la juzgara, sólo era una puta de corazón…

e. b....... gracias... va por ti....

un beso carmen.... sabes que no hay problema

martes, 22 de julio de 2008

de juguetes., a... jugadores.


El amor puede ser muchas cosas, muy distintas del cliché que lo suele mostrar como un éxtasis prolongadísimo o una perdurable bonanza espiritual. Los cuentos de Amores que matan, el libro de Rosa Beltrán que ha merecido ya varias reediciones, nos muestran una serie de representaciones del amor, todas ellas entre cómicas y dolorosas. ¿Es necesario, parecen preguntarse los personajes de estos cuentos, sostener esta fantasía, este apego siempre un poco enfermizo, un juego en el que siempre alguien pierde y en el que el goce y el dolor juegan al subibaja?

“Tengo unA amante de veinticuatro años mayor que yo que me ha enseñado dos cosas. Una, que no puede haber pasión verdadera si no se traspasa algún límite, y dos, que una mujer mayor sólo puede dar dinero o lástima.”

Huni, el chino del “Manual de autoayuda para chinos”, no habla, aunque es un romántico. Su amante habla todo el tiempo, pero sus palabras son como esas cajitas chinas: cada cosa que dice disfraza otra.

“A nadie se le puede reprochar que odie y ame a la vez…” dice la esposa en “Tiempo de morir”, un cuento sobre los rituales del amor conyugal, rituales cada vez más vacíos que, paradójicamente, lo llenan todo hasta la asfixia. Consecuencia de éste podría ser el relato “Vacaciones”: aquí la familia se dibuja con las hostilidades y las culpas derivadas de convivencias viciadas, el borde en que los verdaderos sentimientos se manifiestan, a un paso de realidades que, de suceder, serían atroces.

“El hombre de esta mujer usa trajes Sidi” trata de los objetos del deseo, el paraíso que vive en las imágenes de los anuncios y la televisión. “Ambos seguían siendo una pareja de adultos elegantemente vestidos a crédito –dice en alguna parte– y, no obstante, a partir de sus encuentros furtivos con el amor poseían una energía extraña, una sonrisa impertinente que hacía suponer que hacían cómplices a los demás de un plan secreto.” Este cuento es el que aborda más claramente el amor como representación: al igual que los religiosos, amamos las imágenes del amor y, desde luego, al amor como marca comercial. En los cuentos de Rosa Beltrán hay una insistencia en este vacío, como en “Diletantes”, que trata de la fantasía de un viaje que hará una pareja, la posibilidad de una nueva vida representada por una beca en una universidad de Los Ángeles, su sol un poco postizo, la comida naturista, los cursos de meditación.

¿Cuánto pagaría una a cambio de unos instantes de sentirse amada? ¿Hasta dónde puede perderse el control, dar de sí, a sabiendas de que el otro escapará con algo de una misma? Esto parece preguntar “Primer amor”, donde una vendedora de libros entra en un juego de seducción con un joven estudiante. “Entreacto” aborda los rituales de la espera y las pequeñas certidumbres de un amor que ya es “un poco triste” pues ya se ha vuelto costumbre. También la espera puede ser un momento que atrapa y asfixia.

En todas las las representaciones del amor existe, a fin de cuentas, un elemento grotesco: “Al grito de ‘yo no soy criada de nadie', Juanita abandonó el lecho conyugal.

Volvió pronto, porque se había olvidado de tender la cama.”

Aunque el otro no nos quiera, aunque nos utilice, siempre habrá algo para lo que nos necesitará, un pretexto para el apego. Mejor ese vacío que dar el salto al otro gran vacío de la soledad. O como dice Amanda, la chica que vende pastillas para el aliento en el cuento del mismo nombre, cuando le dice a su familia que quiere ser aeromoza: “Pues sí, voy a ser gata, pero gata de Angora.”

jueves, 17 de julio de 2008

de un gran c.d. a un antro pesimo......


Primero reconocer el lugar, buscar en la semioscuridad y con los oídos llenos de música estridente un pedacito de concreto mínimo para entrar al hábitat de la tribu. Espacio de socialización identitario. No importa el estilo o la ocasión. En los antros la música suena por igual de primavera al invierno, de día de los enamorados a víspera de Año Nuevo.

Las miradas y las modas se reconocen, los pies y dedos empiezan a tamborilear con los primeros acordes de una música electrónica o la voz de algún baladista anglosajón de moda.

La pista ahí para ser violada, pisoteada, al tiempo que las luces la hieren como exhibiendo una bacanal ultramoderna.

Las edades no importan, menos para las solteronas y los dandy s que van envueltos en sus trajes brillosos y las lociones recién compradas de oferta a dieciocho meses sin intereses en el Palacio de Hierro o Liverpool. O las chavitas y los nenes bien, las primeras con sus blusitas aprieta senos para lucir mejor y los segundos con las camisas desabotonadas y arremangadas para demostrar que el gimnasio y los anabólicos sí funcionan.

Luego el concierto de sonidos pa todos los gustos, depende a dónde se vaya y la oferta de catálogo del DJ.

Democracia musical en cada antro, igual para todos, entre más comercial mejor… y que lleguen las horas de tecno, duranguense, regaetton, pop, salsa, lo mismo da para quienes se emborrachan entre las luces neón y el humo de un sin fin de cigarrillos. Hay que demostrar que se sabe bailar de todo para estar in, ser el centro de atención y que los demás aplaudan.
Si la música enlaza naciones, los antros y su oferta se conciben igual en México que en Brasil, Nueva York o Hong Kong, ya no tenemos que ir hasta el fin del mundo para encontrar la música y el baile universales.

Risas fáciles sin ánimo de compromiso o para comprometer sólo el acostón, la amistad ficticia, el interés fabricado. Se baila a cualquier ritmo y las manos se tocan, se aprietan los senos, las nalgas. Miradas van, miradas vienen y todo como en una comedia mal actuada para ánimo de los presentes. Cosificación al más puro estilo de Sartre disfrazada de gozo y buena vibra.

La tribu empieza entonces su festín, la ronda del dj anima con micrófono a la audiencia desde la cabina de control, mando a distancia para recetarles las canciones del Top Teen internacional como una andanada y los álbumes temáticos de los cantantes plásticos. Lo nacional no se queda atrás, pues hay desde los Belanova, hasta RBD, la voz rancia de Paulina Rubio o el sinsentido de Lupìllo Rivera y tantos más solistas y grupos que nutren la entrada de las discos de moda de la Zona Rosa o cualquier otra de las metrópolis.

Canibalismo a ultranza, cuerpos viejos jugando a ser jóvenes o jóvenes emulando una preparación dancística inexistente.

Bebidas y canciones, letras que suenan con el mismo estribillo o, mejor aún, ninguno; únicamente sonidos guturales pasados por sintetizador en un estudio de Los Ángeles. Si a los más gusta lo artificial y el esfuerzo mínimo del cantante, eso se compra bien en los lugares de moda. Se venden estereotipos, poses, letras sin un gramo de reflexión y ritmos que duran lo que la noche al día y, si se tiene suerte, unos cuantos meses con la consabida payola a los programadores y gerentes de las radiodifusoras.

Principio y fin de todos los apocalipsis, la música antrera congrega a hordas de yuppies, trasnochados, gays, lesbianas, ninfómanas, mitómanos, suicidas, cocainómanos, chulos y rubias de bolsillo que estrenan zapatitos. Camino cerveza en mano cuando ya suenan las “pegaditas para los enamorados” y no sé por qué esa pelirroja de la barra me parece bellísima en este palacio del desencanto.

domingo, 13 de julio de 2008

costo y beneficio.... y un sillon para la dichosa espera!!!


sería bueno convencerte de las ventajas de tenerme
presentarme un día a tu puerta y con un catalogo a color
venderte la idea de un amor compartido, por semanas para dos
en algún lugar paradisiaco, como puede ser mi habitación
por la noche siendo sombras nos inventariamos el uno al otro
y de mañana me vestiría de luz para abrazarte mientras duermes
me encontrarías como fruta al desayuno
y al resbalar por tu boca el sabor te resultaría familiar,
voltearías a la cama, sintiendo que estoy ahí pero sería tarde
yo ya habría volado al closet, para esperar a que vistieras
de cal y canto sobre tu cuerpo con mi blanca sombra terciopelo
sería la envidia del las aguas y los soles,
del viento ocuparía el lugar en tus pulmones,
para que no me olvides
para que no me olvides
sobre tu pecho anidaría cual voz con alas
para volar rompiendo silencios que no existen.

viernes, 11 de julio de 2008

canonicemos a las putas !!! arrieja!



Santoral del sábado: Bety, Lola, Margot, vírgenes perpetuas, reconstruidas, mártires provisorias llenas de gracia, manantiales de generosidad.

Das el placer, oh puta redentora del mundo, y nada pides a cambio sino unas monedas miserables. No exiges ser amada, respetada, atendida, ni imitas a las esposas con los lloriqueos, las reconvenciones y los celos. No obligas a nadie a la despedida ni a la reconciliación; no chupas la sangre ni el tiempo; eres limpia de culpa; recibes en tu seno a los pecadores, escuchas las palabras y los sueños, sonríes y besas. Eres paciente, experta, atribulada, sabia, sin rencor.

No engañas a nadie, eres honesta, íntegra, perfecta; anticipas tu precio, te enseñas; no discriminas a los viejos, a los criminales, a los tontos, a los de otro color; soportas las agresiones del orgullo, as asechanzas de los enfermos; alivias a los impotentes, estimulas a los tímidos, complaces a los hartos, encuentras la fórmula de los desencantados. Eres la confidente del borracho, el refugio del perseguido, el lecho del que no tiene reposo.

Has educado tu boca y tus manos, tus músculos y tu piel, tus vísceras y tu alma. Sabes vestir y desvestirte, acostarte, moverte. Eres precisa en el ritmo, exacta en el gemido, dócil a las maneras del amor.

Eres la libertad y el equilibrio; no sujetas ni detienes a nadie; no sometes a los recuerdos ni a la espera. Eres pura presencia, fluidez, perpetuidad.

En el lugar en que oficias a la verdad y a la belleza de la vida, ya sea el burdel elegante, la casa discreta o el camastro de la pobreza, eres lo mismo que una lámpara y un vaso de agua y un pan.

Oh puta amiga, amante, amada, recodo de este día de siempre, te reconozco, te canonizo a un lado de los hipócritas y los perversos, te doy todo mi dinero, te corono con hojas de yerba y me dispongo a aprender de tí todo el tiempo.



Jaime Sabines

viernes, 27 de junio de 2008

para la que vuela... y que aun no llega o ¿si?


La Mujer es la contraparte elemental de todo Hombre; la oportunidad temporal de completar el Ser.

Una mañana —azar, destino, afinidades electivas o como quiera llamarse a esos encuentros— me crucé con ¿?. Ella había dejado Delhi unos meses antes y yo ignoraba su paradero, como ella el mío. Nos vimos y, más tarde, decidimos volver juntos a la India. Recuerdo que una noche, un poco antes de mi salida de París, le conté a André Breton mi sorprendente encuentro y él me contestó citándome cuatro versos de un misterioso poema de Apollinaire (La gitana):


Sabiendo que nos condenamos
en el camino nos amamos;
lo que nos dijo la gitana
lo recordamos abrazados.

En el encuentro de amor los dos polos se enlazan en un nudo enigmático y así, al abrazar a nuestra pareja, abrazamos a nuestro destino. Yo me buscaba a mí mismo y en esa búsqueda encontré a mi complemento contradictorio, a ese tú que se vuelve yo: las dos sílabas de la palabra tuyo...

una mujer atractiva, de mirada inteligente, suaves maneras y firme carácter.

viernes, 13 de junio de 2008

objeto antes que sujeto


éstas son celebradas por su
“arrebatadora belleza” mientras que a los hombres se les asigna la función de
“señores de las mujeres y del amor”, en palabras de Breton: “¿acaso lo esencial
no es que seamos dueños de nosotros mismos y, también, señores de las mujeres
y del amor?”. Así queda claro que los artistas surrealistas consideraban a la mujer
como: “compañera de ruta”, “objeto” (nunca sujeto) de estudio, seres que habían
venido al mundo para “ser descubiertas” por los varones, “enigmas” que debían
ser descifrados.

Del último capítulo, “Breton: La mujer real y la mujer
imaginada”, hay que destacar también la selección realizada por la autora de las
obras literarias de Breton, quedándose con Poisson Soluble, Nadja, L'amour fou y
Arcane 17 para centrarse en el análisis del tratamiento del tema de la mujer. En
Poisson Soluble la mujer es tratada como objeto sexual, mujer cosa, al tiempo que
se reflexiona: “El hombre desea conquistar y descubrir a la mujer, pero ¿realmente
ella desea ser conquistada?”. En Nadja, la protagonista del mismo nombre resume
en su persona el azar, los encuentros casuales, el descubrimiento de lo
desconocido, y llega a exclamar: “Eres mi dueño. No soy más que un átomo que
respira en la comisura de tus labios...”, palabras que, por supuesto, el autor ha
puesto en boca de mujer

“el mundo no puede ser concebido sin la inclusión de ambos sexos, el femenino y el masculino, puestoque el orden mundial quedaría vacío de contenido sin las aportaciones de ambos”.

la americana Dorothea Tanning, quien en su obra expone un ataque de
violencia contra ella misma. Y es que no podemos ni debemos olvidar que existen
diversos tipos de violencia y, según la autora de este libro, “uno de ellos lo
proporciona el no encontrarse, el vivir, para siempre, agazapado en el cuerpo o el
deseo de los otros”.

Breton, máshumano, más contradictorio quizá, quien sin dejar de ser revolucionario –“Ante todo ¡que la tierra se trague la idea de familia!”–, escribiría con infinita ternura tras el nacimiento de su hija: “Te deseo que seas amada con locura”; sino que también redescubre y reflexiona sobre todo un universo femenino que existió y que
encuentra voz en las páginas del presente libro.

sábado, 7 de junio de 2008

el eterno femenino

“La máxima calidad a la que puede aspirar la mujer es convertirse en objeto. Como objeto no se pertenece ni siquiera a sí misma y, simultáneamente, está abierta al uso y la contemplación. Perdida toda identidad, transformada en un cuerpo sin dueño que se desplaza por la vida, entra al campo de lo sagrado y permite la aparición de lo divino: aquello que se puede percibir, que es susceptible de sentirse, pero que nadie es capaz de poseer.”